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Asociación las Nieves

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Tarugo

Y el Oscar al Mejor Actor es para ...

10 de Abril de 2012

El sepulcral silencio se rompió con el ruido familiar de la furgoneta. Rápidamente se incorporaron y empezaron a estirar sus largas patas. Comenzó una alegre danza en la que entrelazaban sus hocicos y sus rabos. ¡¡Iban a salir a correr al campo!!. Su propia agitación y sus ladridos les impidieron oír como, fuera, la furgoneta se había detenido y poco a poco se iban liberando las cadenas que bloqueaban su “hogar”.

Se abrió la puerta. Un golpe de aire fresco y luz inundó el corral, pero ellos no podían parar de danzar, aunque algo diferente ocurrió ese dia. Una soga rodeó el cuello de uno de ellos,  lo llevaron hacia la puerta y ésta, de nuevo, se cerró. De inmediato cesaron los ladridos, sus rabos cayeron como juncos cortados. Otra vez la oscuridad, de nuevo el ruido familiar de la furgoneta al arrancar y alejarse.  Poco a poco fueron tumbándose en el sucio suelo y todo se volvió a sumergir en aquel silencio sepulcral.

En esta ocasión la furgoneta no se dirigía al campo sino a la perrera comarcal. Allí, se limitó a dejar el escuálido galgo y partió.

Algo había cambiado en su vida. Estaba en un pequeño y angosto espacio con otros de su especie, pero a diario veía a un humano que entraba, limpiaba y ponía comida ... ¿qué estaba pasando?

Al cabo de unos días, la puerta se abrió,  una correa rodeó su cuello y le hicieron salir del  chenil….¿qué ocurría ahora? Lo subieron a una furgoneta ¡ Oh, nos vamos a correr al campo!.

Tras varios kilómetros de recorrido supo que estaba en el campo. Conocía el olor de la retama y la encina, amplios campos en los que correr en busca de la presa. A pesar del ruido de la furgoneta pudo distinguir a lo lejos el intenso ladrido de otros perros ¿...?. Al fin, la furgoneta se detuvo. El olor era el mismo, a campo; pero todo era diferente. Unos humanos lo cogieron, lo metieron en un amplio patio donde otros perros  lo rodearon y  olisquearon; muy cerca se seguía oyendo ladrar a otros muchos. Después la furgoneta partió. Aquí también regresó el silencio, pero el aire era fresco y el sol inundaba el lugar. Comenzaba la primavera y el olor de las primeras fragancias era intenso y se mezclaba con el de sus congéneres.

Era extraño este lugar. Nunca estaba encerrado, siempre rodeado de perros y había humanos constantemente. Comenzó a habituarse a la rutina diaria.  Cuando el sol estaba alto un estallido de ladridos anunciaba la llegada de una furgoneta. Todos sabían que era la hora de la comida, las caricias… Su vida ahora era diferente ...

En el albergue siempre hay perros que pueden llamar más la atención por diversas razones: su aspecto, su timidez, su alegría, su tristeza, pero nada de esto le ocurría a el. Él, como pasa también con las personas, podría resultar “invisible” por su normalidad. Rápidamente se adaptó a estar en la casa de los machos y era uno más de ellos. Ni triste, ni alegre; ni especialmente bueno, ni especialmente travieso. Tenía no obstante algo muy importante en su contra: ERA DE COLOR NEGRO. Pasaron los meses y su vida se tornó más y más rutinaria. Vió como otros llegaban y algunos se iban, pero siempre quedaban otros con él. Además de los humanos habituales, de vez en cuando llegaban otros que los acariciaban, los cepillaban… aquí no se estaba tan mal.

Un día llegaron unos humanos que no conocía tanto. A alguno de ellos les había visto un par de veces, pero a otros no les había visto nunca. Observó como primero se dirigieron a la casa de las hembras. Poco después la puerta de su patio se abrió y todos corrieron hacia ellos, como siempre hacían, en busca de caricias. El se quedó a lo lejos, en una esquina, observando quieto a una persona alta, grande, que se movía con gran agilidad entre sus compañeros y que al cabo de un rato se sentó en la escalera que llevaba hasta las habitaciones. Lentamente se fue acercando hacia ella, sin llamar la atención; el rabo caído, el andar pausado, casi arrastrándose. Al llegar a ella rozó ligeramente su hocico en su hombro. Ella giró la cabeza y lo vió.  Le acarició. El dejó caer su cabeza hacia ella. Su rabo caído, su expresión triste. Ella volvió a acariciarle, levantó la mirada hacia mí y me preguntó por su nombre: SOMBRA, le dije. Ella no dejaba de acariciarle. Tomó su cabeza y la posó sobre su pecho, mientras sus caricias no cesaban. Volvió a mirarme y me preguntó la causa de su delgadez. No lo sé, le respondí. Está bien de salud, come bien, pero no engorda. El no dejaba de rozar su cara contra su pecho. Ella me dijo: LO ADOPTO. Pocos minutos después estos humanos abandonaron el albergue.

Increíblemente a partir de ese momento, el cambio por completo. Cada vez que entrábamos en la casa de los machos daba brincos, se acercaba a nosotros golpeándonos  con el hocico. Su alegría parecía no tener espacio dentro de su escuálido cuerpo. Creo que la espera hasta el día del viaje fue tan larga para el cómo para mí. Me parecía desconcertante el cambio que se había producido en este ser. Podías distinguirle en el grupo de machos, una mancha negra más entre tantas y tantas, pero sus continuos movimientos al darse cuenta de que le estabas mirando te hacían reconocerle. Era fácil imaginar su danza de alegría en su antiguo corral, cuando esperaba salir de caza, único momento en el que podía disfrutar de aire, luz y ejercicio.

El día del viaje fue difícil controlarle ... Casi imposible ponerle esa pequeña dosis de calmante que le haría menos estresante el trayecto. Quería saltar inmediatamente a esa otra furgoneta que ahora sí, le llevaría a una verdadera nueva vida.

Cuando la furgoneta partió hacia Bélgica me di cuenta que él no había sido uno más entre tantos galgos. Su aspecto, su físico podía ser como el de muchos otros, pero él, en el poco tiempo que había estado entre nosotros, se había dado cuenta de que siendo macho y negro tendría muy pocas posibilidades de ser adoptado. Había visto que en cada salida de compañeros siempre se quedaban muchos negros como él y que otros también negros entraban. Cada vez eran más los negros que quedaban en el albergue. Tanto en las casas de las hembras que él veía frente a la suya,  como en la de los machos donde vivía, el número de negros aumentaba mes a mes, pero además llegaban otros con más posibilidades (blancos, beige, barcinos). La competencia se hacía cada vez más dura y él no estaba dispuesto a quedarse allí para siempre. Había oído conversaciones (¿quién dice que ellos no oyen, no entienden? ...) en las que sus “mamás” se lamentaban de las pocas adopciones que había para los negros, pero él iba a luchar por su adopción. Y lo consiguió.

Ahora SOMBRA disfruta de un familia con nuestra querida MARIANNE
(Es por eso que hemos decidido que el Oscar al Mejor Actor sea para ...SOMBRA)

“Basado en hechos reales”.
Sombra fue abandonado por su galguero en la Perrera de Numancia de la Sagra.
Las Nieves acogió a Sombra y otros galgos el 24 de Abril de 2009.
Sombra fue adoptado por Marianne Philippo durante su visita al albergue el 23 de Agosto de 2009.

 

 

Vagabundos

21 de Marzo de 2012

Vuestros orígenes pueden ser muy diversos. Quizás nacisteis en el campo o en el seno de un hogar, quizás fuisteis una camada buscada o incontrolada, quizás os alimentó vuestra madre o una mano humana a biberón, vuestro fin sería la caza, la guarda o la compañía. Quizás conocisteis el calor de un hogar o el maltrato humano. Incluso puede que procedáis de países lejanos y fuerais comprados como si de algo inerte se tratara….

Nada de esto importa. Algo os ha igualado. Ahora vagáis errantes por campos, pueblos o ciudades. En la mayoría de los casos una mano sádica os abandonó a vuestra ¿suerte?. Para la mayoría de los ojos humanos sois invisibles, pero otros sintieron compasión por vosotros y buscaron ayuda en albergues y protectoras, que ante el masivo abandono están por encima de sus posibilidades. La única opción era la perrera, pero ahí en la mayoría de los casos os esperaba una inyección letal que acabaría con vuestras vidas, así que de forma ¿generosa? rechazaron esta solución, a la espera de vosotros mismos os enfrentarais a vuestra ¿suerte? en un mundo lleno de riesgos y peligros. Os fuisteis acostumbrando a buscar alimento en la basura, de forma clandestina, durante la noche, para evitar a los humanos Algunas personas generosas os ofrecían comida y agua, como si esa fuera la solución de vuestras vidas. Un día desaparecíais y vuestra presencia dejaba de golpear sus conciencias, diluyéndose en su olvido.

Cada día que amanece para vosotros es una lucha por sobrevivir. El hambre, la sed, los parásitos, las enfermedades, poco a poco dejan huella en vuestros cuerpos, convirtiéndoos en esqueletos andantes.

Hoy, esta primavera nevada, quizás la naturaleza sea más caritativa con muchos de vosotros que muchas personas y ponga fin rápidamente a esa larga agonía a la que os condenaron los humanos.

La muerte es la liberación a la que aspiran muchos seres dolientes y una larga agonía sólo añade sufrimiento a una vida sin esperanza. La vida supone también la muerte. Lo único que realmente importa es cómo se vive y cómo se muere.

En recuerdo a todos ellos

15 de Febrero de 2012

Lo que vais a leer a continuación lo escribí en Junio de 2008, tras la pérdida de mi querida Loli. Hoy ha muerto en mi casa un pequeño ser recogido con grave hipotermia hace unos dias. Creo que lo más parecido a una familia ha sido lo que durante unas jornadas ha encontrado entre nosotros. No sé si su enfermedad le habrá permitido ser consciente de las caricias que le dabamos, pero al menos ha tenido calor de hogar. Como reza el título, mis líneas son en memoria de todos ellos.

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"Parece que hasta el cielo nos quiere acompañar en este dia de recuerdos. El sol intenta abrirse paso entre una espesa capa de nubes y las primeras gotas de lluvia, como si el cielo llorara, golpean el frio suelo.

Hace unos días nos despedimos de ella. Han sido seis años junto a nosotros, en los que recibió todo nuestro amor y cariño, pero ella nos dió mucho más.

Aquel 21 de Abril de 2002 hacía mucho calor. Nos llamó la Guardia Civil. Me recogió en mi casa, pues yo no conocía la zona y en el coche oficial nos trasladamos hasta el pueblo. Una gran multitud de gente, sobre todo mujeres y niños dificultaba nuestra entrada a la calle. Poco a poco abrieron un hueco y allí la ví, quieta en medio de la calle, rodeada de gente. Su cabeza ensangrentada, llena de arañazos y un trozo de cuerda que le atravesaba la cara y cuello aprisionando éste y formando un gran bulto alrededor de su garganta. Nadie se movía. Una señora la había encontrado y avisó a la Guardia Civil, pero hasta los guardias tenían miedo de acercarse por miedo a que les mordiera.

Bajé rápidamente del coche. Lentamente, pero a grandes pasos me acerqué a ella, me agaché, comencé a hablarle suavemente y acaricié su hocico. La expresión de su cara cambió. Noté que respiraba con dificultad, por lo que inmediatamente deslicé el nudo corredizo que aprisionaba su cuello, pero le costaba respirar. Sin dudarlo y a pesar de su tamaño, pasé mi brazo por su cuerpo, la alcé y nos dirigimos al coche. Según caminaba pude oir como los guardias preguntaban si alguien sabía de quién era esa galga. Todos callaron. Claro que lo sabían, pero aquí como en muchos otros pueblos, impera la “ley del silencio”.

Debíamos darnos prisa, su respiración era cada vez más dificultosa. Los guardias conectaron la sirena y a toda velocidad por la autopista nos dirigimos a la clínica veterinaria. Alli todo el mundo estaba avisado y nos esperaban. No sabía si llegaríamos a tiempo. Agachada junto a ella, apenas un soplo era lo que sentía salir de su boca. Al fin llegamos y rápidamente Jose Ramón intentó intubarla. Imposible. Tomó otro tubo más estrecho. Tampoco. Otro aún más pequeño. Nada. Al fin un minúsculo y estrecho tubo, el habitual para un yorkshire, fue el único que pudo entrar por su garganta. El bulto se hacía cada vez más grande y su corazón palpitaba con fuerza. Fueron minutos que a nosotros se nos hicieron eternos. No sé cuanto tiempo pasó hasta que lograron estabilizarla. Sólo sé, que Marisa y yo nos mirábamos, en silencio, pero nuestros corazones y nuestros ojos ardían de indignación, dolor e impotencia. ¿¡¿ Cuándo acabaría esta barbarie ?!? ¡¡ Malditos cazadores, malditos españoles crueles y sanguinarios !!

Después de varios dias, comenzaron a diagnosticarse los daños que había sufrido: Pérdida de la visión de un ojo, lesiones en su corazón y yo sentí lo que nadie vió: Un año junto a mí, en los que era incapaz de conciliar el sueño. Tan pronto caía rendida y quería dormir, comenzaba a estremecerse y gemir, hasta que se despertaba. Así día tras día, noche tras noche. Sólo sentir mi cuerpo junto al suyo y mi mano acariciándola le hicieron comenzar a relajarse. Abría los ojos, me miraba y volvía a cerrarlos. ¡¡ Cómo podré jamás olvidarla !!

Cuando murió, mi marido, llorando, me miraba preguntándose cómo yo, impasible, observaba su cuerpo sin derramar una sola lágrima por ella. Sólo después de varios días ha sido capaz de hacerme la pregunta. ¿ Es qué vivir tantos años viendo día a día tanto sufrimiento de los pobres animales, te ha endurecido ya el corazón y no eres capaz de llorar por quién tanto te ha dado?

No, le contesté. Ella nos dio mucho y nosotros a ella todo lo que pudimos, pero mis lágrimas son para aquéllos a los que nada o casi nada puedo dar y tanto me dan a mí, día a día. Mi corazón se rompe y mis ojos lloran cuando muere un perro de Las Nieves, sin conocer lo que significa un hogar. Nosotros intentamos darles todo el cariño que podemos, pero son muchos y necesitaríamos más tiempo del que disponemos para abrazarles, hacerles caricias. Necesitan una familia.

Cuando veo perros viejitos, a los que no les quedan muchos años y tienen pocas posibilidades de adopción, pues la mayoría de las personas los prefieren jóvenes, entonces lloro. Su tiempo se acaba.

Cuando veo tantos y tantos perros, pienso: ¿A cuál hacer una foto? ¿Por qué éste y no aquél? Entonces lloro.

En memoria de todos aquellos por los que lloré y en memoria de mi Loli."
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Hoy también en memoria de todos aquellos que habrán muerto de frio estos dias sin conocer una familia y una caricia.

 

SHIVA

29 de Enero de 2012

Han sido muchas las historias que se han grabado en mi corazón durante estos años, pero quizá una de las que jamás podrá olvidar sea la de SHIVA

Son muchísimas las llamadas de socorro que recibimos directamente, pero también hay otras que llegan a colaboradores y así fue este caso.

Una persona solicitaba que nos hiciéramos cargo de su perrita y su cachorro, pues él (digamos PEDRO) debía ingresar en prisión. Vivía en la calle y no tenía con quién dejar a sus perros. Desde un principio aceptamos su acogida, pero lógicamente que una persona en estas circunstancias se preocupase por sus animales nos confirmó que debíamos ayudarle.

Al día siguiente, haciendo un hueco en mi trabajo, me desplacé hasta la zona de AZCA. Era una soleada pero todavía fría mañana de primavera. De las torres de oficinas salían a desayunar grupos de oficinistas charlando animadamente y entre la multitud yo buscaba, junto con nuestro colaborador, a un hombre con sus perros. Al fin le encontramos.

En los únicos jardines existentes entre aquellas torres de hormigón y cristal, milagrosamente aislados del ruido del tráfico, vimos una imagen impresionante. Sentado en un banco del parque había un hombre joven. Junto a él una maleta abierta en la que tumbada estaba una perrita de tamaño pequeño con un bultito entre sus patas. Un montón de pajarillos se acercaban a las migas de pan que él estaba echando. Era él.

Al acercarme su aspecto me impresionó. Altísimo, fuerte, de facciones grandes y duras, con la tez quemada propia de la persona que lleva muchos inviernos y veranos en la calle, curtida por el aire, con un corte de pelo “mohicano”. Me dio miedo. Por suerte iba con nuestro colaborador. Le llamé desde la distancia: ¡¡ Pedro !!. Levantó su mirada y por un momento dejó de echar migas a los pajarillos. Mi miedo desapareció de forma inmediata. Su mirada era afable, tierna, casi podría decir que era la mirada de un niño que aún no ha sido castigado por la vida. Me contó cómo encontró a Shiva (le había puesto este nombre en honor a la diosa) siendo un cachorro, cómo la había criado, pero no había podido evitar tras su primer celo el que quedara preñada. El la cuidó durante su embarazo y después del parto, no sabiendo que hacer con los cachorros, se había trasladado cada día, hasta la perrera municipal de Madrid, buscando un buen adoptante entre las personas que iban allí a buscar uno. Me contó con lágrimas en sus ojos, cómo le había dolido ver a gente que llevaba hasta la perrera a sus propios perros, sabiendo el fin y sufrimiento que allí les esperaba. No entendía que esas personas no fueran castigadas como él lo iba a ser por cometer otro delito. Pues para él, persona sin gran formación, estaba claro que era un delito abandonar o llevar un animal a la perrera. Le dije que nos teníamos que marchar. Yo quería hacer el momento de la separación lo más rápido posible, pues sabía que para él sería dolorosa. De entre los matorrales me sacó un cartón de leche y un pequeño saco de pienso. Era la comida de Shiva. También me ofreció la maleta en que a modo de cama descansaban la madre y su cachorro. Dentro había una manta que hacía las veces de colchón. La maleta quizá le fuera más útil a él para llevar sus pertenencias, le dije, así que en todo caso, me llevaría la manta. Me contestó que eso era todo lo que tenía y que la manta les había servido a Shiva y a él para abrigarse en las largas y frias noches de Madrid. Ahora los pocos días que pasaría sin ella hasta su ingreso en prisión le vendría bien y además, le recordaría a Shiva.

La despedida fue rápida pero muy dolorosa. Shiva sólo estaba pendiente de su pequeño cachorro, pero quedó desconcertada al encontrarse en mi coche. Sólo entonces al poner el motor en marcha reaccionó y miró por la ventanilla. El con un mar de lágrimas en su ojos, le decía adiós con la mano y le lanzó un beso. Se giró y volvió corriendo hacia el banco. Yo me alejé también rápidamente de la zona. Shiva miró a su cachorro y se tumbó junto a él.

Pocos días después de su llegada al albergue, surgió la posibilidad de que tanto Shiva como su cachorro viajaran a Austria. Ella era muy cariñosa y se había adaptado sin ningún problema en el albergue, pero su cachorro tenía más posibilidades de ponerse enfermo al dejar de mamar y eso nos decidió a que viajaran lo antes posible.

Fueron a una casa de acogida y pocos tiempo después nos llegó la noticia de que primero el cachorro y después Shiva, habían sido adoptados. Una nueva vida se presentaba ante ellos.

Para mí la historia era casi una más de tantas, cuando un día recibí una llamada de Pedro desde prisión. Quería saber mi dirección para enviarme una carta y preguntarme por Shiva y el cachorro. Le comenté que estaban muy bien (no sé por qué, pero no le dije que estaban en el extranjero).

Prácticamente a los dos días me llegó una carta desde la prisión de Valencia. Su letra era grande, como él; su ortografía no muy buena. Dos folios llenos de recuerdos, destilando ternura en cada rasgo de las letras. Casi al final, unas líneas para que yo se las leyera a Shiva. Me estremecieron. Casi me sentí incómoda, pues se dirigía a ella como si fuera una persona, una persona muy amada. ¡Cuánto amor había en esas líneas!.

En los meses sucesivos, siguieron llegando cartas, desde varias prisiones de España. Cada vez me escribía menos a mí y más a Shiva. Y yo leyendo esas cartas, me sentí una intrusa en ese cariño, pero a la vez fui conociendo mejor a ese hombre, del que jamás supe que delito cometió. En todas ellas siempre la despedida era la misma. Que no diéramos a Shiva en adopción, pues él saldría de prisión y quería volver a estar con ella.

Un día llegó desde la prisión de Santander una carta un poco más voluminosa que las otras. Pedro nos enviaba la documentación de Shiva y nos pedía que le buscáramos un nuevo amo. Esto y darnos las gracias por nuestra ayuda era la única parte de la carta dirigida a nosotros. Todo el resto de la carta era para Shiva. Era su despedida. Contaros su contenido sería violar la intimidad de esta persona. Sólo puedo deciros que creo que Shiva fue la única amiga que Pedro encontró en su vida; que toda la soledad que este hombre vivió en sus no muchos años, sólo se vió reconfortada por este “animal”; que Shiva hoy estará en un hogar caliente, con unos buenos amos, pero estoy segura que jamás nadie la podrá querer como Pedro y yo tuve el honor de conocerle.
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P.D. Con el transcurrir del tiempo supe que su delito habia sido “consumo de drogas” y personalmente creo que su gran delito fue ser un persona “asocial” . Considero que su bondad era un fiel reflejo de que simplemente era una persona sola, falta de todo afecto, salvo el que encontró en los animales. La vida en prisión debió ser tan dificil para él…. Jamás volví a recibir noticias suyas. Su última carta la sentí como una despedida del mundo. Espero haberme equivocado.

 

 

In Memoriam - Galilea

28 de Enero de 2012

Ya no está conmigo, ni me acompañará cuando estoy en el ordenador, ni encima de la mesa durante mi comida, sobre todo cuando había pescado, !cómo la gustaban los trocitos que le ofrecía, como miguitas, porque era de la única manera que los comía!... Ni me acompañará para acostarnos juntas, abrazándome, pero sin molestar jamás ni moverse para no despertarme…. hasta que yo la decía: “vamos Gali, que toca levantarnos”

No se asomará más por las ventanas del cuarto de estar ni del cuarto del ordenador, esperando pacientemente para pasar, en silencio, sin un solo maullido, para volver a acompañarme después de su mini-paseo por el patio, justo para evitar tener un arenero dentro de la casa….

No la sentiré encima de mis rodillas, o en mi espalda totalmente pegada a mí, mientras leo los correos, y los contesto, cuando miro lo que M. Carmen pone en el Fb de Las Nieves sobre el “perro del día”, y cuando pasaba horas buceando en la red buscando “alguna solución” para su problema y los problemas de los habitantes de “la gatera” con sus estornudos….

Cuando estén todas las pequeñajas (perras) en el sillón, no veré a Galilea entre ellas, mezclando sus preciosos colores con los de ellas, pero siempre, siempre, resaltando sus negros, blancos y dorados…. y sus grandes, grandísimos ojos amarillos, siempre observadores, siempre inteligentes, siempre tan especiales… no los veré más, solo en el recuerdo, en el recuerdo y en la soledad sin ella.
Galilea, fuiste, eres, un ser especial, maravilloso, mágico, creo que irrepetible… mi alma gemela, mi compañera, !cuánto te quise, cuanto te quiero!, toda la vida te recordaré como un ser especial, como lo que eras….

Solo viviste 11 años, que han pasado muy rápidos, pero la intensidad de los últimos cuatro-cinco años, siempre juntas, casi me hace olvidar la máxima, por otra parte imprescindible, que siempre tengo presente: “cuando un animal no come, es que ha llegado su hora”. Casi, por mi egoísmo, por esperar “el milagro que no existe”, el de tu mejoría, si no curación, para tenerte más tiempo, hubieras sufrido por mi culpa.

Fue necesario intentar tu alimentación “forzada” para casualmente comprobar la realidad, la cruda realidad: un linfoma alimentario, incompatible con la vida. Te llevé para intentar tu mejoría y te traje ya “dormida” para siempre, pero al menos la última imagen que viste mientras te dormías fué la mía, acariciándote, queriéndote, admirándote como siempre, no viste mis lágrimas de desesperación, viste mi esperanza en tu recuperación. Has muerto tranquila, sin saberlo, sin notarlo, porque íbamos a recuperarte para continuar adelante en busca de tu mejoría. Descansa en paz, mi amorosa compañera. Descansa en paz en tu rincón, al sol, junto a las madreselvas y la yuca, que te acompañarán siempre.

Marisa

 

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